En un momento clave para repensar la forma en que vivimos, el consultor internacional Carlos Dehesa emprendió un viaje transformador por los municipios de José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto, acompañado por la Red de Turismo Indígena de Quintana Roo, Ik Lu’um, que en lengua maya significa nuestro territorio. Esto con el fin de identificar al primer prototipo de comunidad regenerativa en México.

Durante varios días, Dehesa recorrió las comunidades de Tihosuco, X-Pichil, Sabán, Huay Max y X-Cabil, donde pudo convivir con guardianes de saberes ancestrales, compartir el alimento y observar de cerca cómo se entrelazan la tierra, la cultura y la comunidad.

Lo que encontró no fue solo hospitalidad y calidez, sino una visión viva del mundo: una cosmovisión que honra la naturaleza, la comunidad y el equilibrio con lo esencial.

En cada localidad, Carlos Dehesa fue testigo de prácticas que, sin llamarse “sostenibles”, lo son en esencia: casas construidas con materiales naturales, huertos familiares, producción de miel de melipona, bordados, tallado en madera, cocina de temporada y turismo astronómico, todo tejido en armonía con el entorno.

Son comunidades que, desde sus propias raíces, ya viven los principios que el mundo apenas comienza a buscar.

“La forma en que estas comunidades se organizan y viven demuestra que no todo está perdido. Aquí se respeta la tierra, se respeta a las personas y se construye en colectivo. Eso es diseño regenerativo: una forma de crear futuro cuidando lo que nos da vida—el agua, la tierra, las relaciones—y dejando el lugar mejor de como lo encontramos”, señaló Dehesa.

La visita forma parte del proceso para definir la sede del primer prototipo de comunidad regenerativa de México, que será diseñada con visión de corto, mediano y largo plazo, y pensada para trascender los cambios de administración, uno de los mayores retos para la continuidad de los proyectos en el país.

La decisión se tomará en conjunto con un grupo interdisciplinario de expertos, considerando criterios territoriales, culturales, técnicos y comunitarios.

Esta comunidad regenerativa unirá elementos como arquitectura bioclimática, energías limpias, agroecología y cultura viva, en un modelo de desarrollo que podría inspirar a otros municipios del país que hoy avanzan en sentido contrario.

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